
Camille Oster - Libros
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El Londres victoriano era un lugar cruel para una divorciada, pero, debido a la muerte de su amado segundo esposo, Sophie Duthie es viuda e independiente por primera vez en su vida. Puede que no tenga muchas ventajas en cuanto a medios económicos, pero con los ingresos de su tienda de música puede mantener a su hijo Alfie y a sí misma. Aunque su segundo matrimonio fue feliz, Sophie ha decidido no tener más esposos. Su primer matrimonio le enseñó muy bien que los cuentos de hadas no son más que ilusiones.
Para Lord Aberley, su exesposa no es más que una paria intrigante y, desafortunadamente, él no tuvo éxito en un compromiso posterior; y no es que haya tenido muchas ilusiones sobre el matrimonio. Es algo que ahora desea evitar a toda costa, pero necesita un heredero. Es el único deber que no puede pasar por alto, por lo que el saber que el hijo de su exesposa tiene seis años, le originó serias dudas sobre su verdadera paternidad. Con solo haber visto al niño lo confirmó: Alfie Duthie es su hijo.
Romance victoriano sobre segunda oportunidad.
La huida de la esposa de Lord Lysander Warburton había sido una completa sorpresa, a pesar de que él admitió que nunca había sobresalido como esposo. La muerte de la esposa, a la que había ignorado durante casi una década, le fue perjudicial al convertirlo en un tema de chismes y luego en blanco de los comentarios de todas las matronas de Londres.
A consecuencia del evidente talento de él para ser desagradable, Lady Adele Warburton, dejando atrás la seguridad y la respetabilidad, se había escapado con un teniente de modesta condición, que luego murió en una epidemia de cólera en un país lejano.
En una última muestra de su deber como esposo, Lord Lysander decide resarcirla de lo que la había hecho, y, de mala gana, de lo que también le había hecho a su amante, siguiendo por medio mundo los pasos de su esposa y de los cuales apenas tenía conocimiento. Pero al llegar a la India, que estaba en caos, descubre que no todo es como debería ser.

El Londres victoriano muestra poca misericordia, cuando por divorcio deja a Anne Kinelly en la indigencia siendo abandonada por su esposo. Anne logra evitar su futuro sombrío gracias a las acciones misericordiosas de su abogado, que por golpe de suerte, encuentra una casa olvidada y dejada en sucesión por las generaciones anteriores. Los desolados páramos de Yorkshire serán su hogar mientras intenta revivir una casa abandonada, donde el viento susurra en los alféizares de las ventanas.
En poco tiempo, Anne descubre que las advertencias que le hacen los vecinos pueden ser más que supersticiones. Anne, a medida que se le revela la historia brutal de la casa y de su fundador Richard Hawke, descubre que pueden haber más entidades en la casa que solo ella y su doncella.
La resplandeciente y brillante sociedad de la regencia de Montserrat, una isla caribeña, existe solo gracias al miserable trabajo de algunos. Esta injusticia es aceptada por la Srta. Emmeline Durrant, que llega a la isla desde Boston para acompañar a la Sra. Thornton, porque por estar sola en este mundo, es una oportunidad que no puede dejar pasar. Aun así, su bienvenida es menos que sincera, y los secretos emergen de cada rincón sombrío mientras asume su nuevo puesto en la plantación de Rose Hill. Especialmente, y en todas partes, sospechan de intenciones y actos oscuros de parte del vecino terrateniente Lord Cresswell, a quien la patrona de Emmeline desprecia con terrible odio: es un hombre cuyas facciones son sombrías y tenebrosas, tal como afirma la Sra. Thornton. El brillo del sol sobre las cañas de azúcar, enmascara el miedo insidioso de las personas que trabajan a la fuerza en los campos, así como su resentimiento y descontento. La inquietud por la religión oscura y las maldiciones, acechan incluso en los lujosos salones donde la sociedad de Montserrat se reúne y socializa.


Caius Hennington, en la actualidad Lord Warwick, ha estado por años en el Lejano Oriente sirviendo a los intereses de la Reina, hasta que la muerte de su tío provocó el regreso a su casa para reclamar su patrimonio y su título. El retorno a las costas inglesas implica, en primer lugar, asumir la tarea que le había impulsado a marcharse; lidiar con la esposa infiel a la que había repudiado. El divorcio no será un asunto agradable, y las distracciones de nada le servirán.
Para Eliza Hennington el matrimonio había sido infeliz y unas acusaciones devastadoras lo habían destruido. Con el objeto de edificar una nueva vida había creado un negocio de suministro de material educativo para escuelas de caridad, un negocio que ahora estaba amenazado por un prolongado proceso de divorcio público, y es muy probable que no sobreviva a la inminente tormenta.
Proteger a su familia es la máxima prioridad para Miss Octavia Hennington, y en particular protegerla de Lord Fortescue, que ha dejado muy claro su interés en la esposa de su hermano, Eliza. Sus dos hermanos se niegan a tomar la amenaza en serio, evidentemente, por no percatarse de lo encantador que ese caballero puede ser. Si ellos dos no van a ahuyentarlo, Octavia tendrá que asumir esa tarea.
Parece que todos los hombres llegan al punto en que anhelan una familia y una estabilidad, pero encontrar a la mujer adecuada no es una tarea fácil. Octavia no es de las personas que interfieren en el matrimonio de otro, y tampoco podrá ser de ayuda si los hombres arruinaran sus propios matrimonios. La fuerza serena de Eliza Hennington es admirable, y vale la pena apoyarla en caso de que el corazón de su marido se desmorone de nuevo. Al fin y al cabo, un leopardo nunca pierde sus manchas. De manera que la asertiva hermana del marido de Eliza será firme en bloquear cada uno de los avances de Lord Fortescue

Julius Hennington obtuvo exactamente lo que esperaba de su matrimonio: un heredero, un aumento de la fortuna familiar y unas relaciones sin precedentes. Lo que no había conseguido era la felicidad, ni lo que era un verdadero matrimonio. De hecho, su esposa, que siempre había estado enamorada de la realeza, se había juntado con un príncipe italiano en algún lugar del continente. Con todo, no se arrepentía de las decisiones que había tomado. Habían servido al buen nombre de su familia y eso era lo más importante, incluso ahora cuando su mujer le presionaba para que se divorciara.
Los encargos de retratos no eran un trabajo que le gustara a Jane Brightly, pero estaban muy bien pagados. Por lo general, se trataba de personas que no le caían especialmente bien, o que eran de algún modo interesantes, y su impresión acerca de Lord Hennington no era diferente; era un caballero al que recordaba haber conocido brevemente algunos años antes, cuando trabajaba para el negocio de suministros escolares de caridad que dirigía una amiga de él, Lady Warwick. Julius Hennington no había sido muy agradable entonces, pero el hombre que veía en ese momento era más severo y solemne; eficiente, podría ser la mejor manera de describirlo. Incluso era introvertido, y eso hacía difícil captar la luz que ella buscaba en los ojos del modelo; en él, no podía verla, y eso la molestaba.
Rowan Cox, un antiguo Bow Street Runner, no suele manejar casos menores como el robo de casas, pero el comisionado de la recién establecida Policía Metropolitana quiere que la ladrona que acecha las casas más pudientes de Londres sea capturada. Esta ladrona es hábil y astuta, y mucho más de lo que Rowan esperaba cuando se vio obligado a llevar el caso con ella desafiándolo a cada momento. Solo uno ganará ese juego de alto riesgo y Rowan será sancionado si no es él el ganador.
Lo único que no debe hacer Serephina Woodford es dejar que Rowan Cox se acerque a ella, habiendo sido advertida de sus tácticas despiadadas. Está muy cerca de lograr su objetivo y solo necesita sobrevivir unos meses más para brindarle a su hermana el futuro que se merece. Solo tiene que ser mejor que el hombre que intenta atraparla.

Viajar fuera de Inglaterra no estaba en la mente de la señorita Estelle Winstone, cuando recibió una respuesta a su anuncio postulándose como institutriz. El hecho de tener que viajar hasta Hungría, provocó que los nervios le revolvieran sus entrañas, al igual que tener que conocer al misterioso conde que sería su patrón. Al llegar a su destino, además de ser incapaz de hablar en húngaro ni siquiera lo básico, vio que el lugar estaba enclavado en unas montañas remotas, donde lobos hambrientos merodeaban fuera del sombrío y terrorífico castillo medieval en donde viviría, y el cual tenía una larga historia de tragedias, además de haber sido el escenario reciente de horrendos sucesos.
Llegando a su hogar marital en las profundidades de la Selva Negra, Aldine se establece con su nuevo marido y su familia. Pero la pacífica fachada de la mansión familiar Graven esconde secretos. El primero: ella no es la primera esposa que su marido ha traído a casa.
Un temor gélido se apoderó del corazón de Gemma Montague mientras miraba a los piratas que se acercaban. Su capitán estaba muerto, el teniente a cargo era un inútil y los piratas estaban cerca.
Después de pasar años estudiando batallas navales para complacer la pasión de su padre por ese tema, Gemma sabía que este pirata era muy competente o muy estúpido, como para atacar a un barco mucho más grande.
El capitán Jack Malloren no era estúpido; sabía cómo detectar presas heridas, y el buque de guerra británico estaba en desventaja. Pero no esperaba encontrar un desafío, particularmente no en la forma de una hermosa rosa inglesa.